Como en un Gran Premio de Moto GP, el debut litera rio de Leopoldo Silva acelera por los grandes circuitos de la literatura joven argentina y toma cada curva revelando la delicada tensión entre delirio y nostalgia que dibujan los campeones. Un tipo de fe invita a experi iencias de lecturas que nos vuelven "Gráciles danzantes que salta- ban de una naranja a la otra sin tocar el suelo", a imagen y semejanza de los protagonistas de "Amalita", un relato magistral que combina robos, amor, sanguches de milane- sa y fåbulas orientales. Esta flamante firma de la literatura del Norte -con su visión global, cosmopolita- toma la esencia tucumana y la tamiza a través de una sensibilidad expansiva, contempo- ranea, adobada con la inventiva del lenguaje que caracte- riza a un territorio fecundo en talento literario. Estamos frente a cartografias sentidas en las que hermanos tucu- manos viven y caminan por Utrecht, Holanda, otras donde el sinsentido de haber sido arrojados a la vida celebra un in de año e historias de amor explotan en los valles y en las geograffas errantes de un pais inmenso como la imagi- nación del autor. Amantes amigos, soledades y encuentros son los vehículos para que los nueve cuentos de Leopoldo anclados en un realismo honesto, se eleven -en tanto nistorias de iniciacion en tiempos locos, vertiginosos- como meteoritos de aventura y melancolia, de comunión y, sobre todo, de fe en la literatura.
